
Recuerdo la Maracaibo de 30 años atrás donde amanecía en el frente de mi casa estudiando con amigos para los exámenes de bachillerato.

No es una exageración. Se leen homicidios en la prensa por las razones más absurdas: por resistirse al robo de un celular o de unos zapatos deportivos, mostrando ese delito el total desprecio por la vida que caracteriza a los actuales delincuentes, y lo digo así, porque décadas atrás, robaban en casas y lugares públicos, pero no había la alta tasa de homicidios de hoy día.



Es que aunque parezca increíble, ya se escucha de NIÑOS que son azotes en sus escuelas, porque andan armados y cometen fechorías contra maestros, empleados y alumnos, y se sienten amparados por la Ley que protege a menores, lo cual invita a la reflexión de que deben modificarse los artículos que protegen los derechos de menores incursos en delitos.
El delito sexual no respeta ni siquiera lugares públicos. Cierta vez la vecina del lado de mi casa, pasó por la traumática situación de intento de violación, la cual fue sometida a la fuerza a tener sexo en el propio frente de mi casa, lo cual no se concretó por los gritos de auxilio que ahuyentó a los dos degenerados que la tenían sometida y semidesnuda.

Y para colmo de males se ve ahora en Maracaibo, a las hartamente frecuentes violaciones, la depravada situación de violaciones a NIÑAS menores de 10 años, algunas por delincuentes y otras veces por los propios vecinos y familiares. Las mujeres claman por un ¡stop! a los delitos sexuales y físicos en contra de su dignidad.

Todo lo expuesto refleja que el desborde delictivo ni es amarillismo, ni es propaganda opositora al Gobierno. Lo que significa que se ameritan URGENTES medidas para frenar estos delitos. El Gobierno debe tomar en serio esta situación y actuar de inmediato.
Pero no todo es actuación gubernamental. Los ciudadanos también tenemos nuestra cuota de participación para prevenir el delito.
Porque si conocemos de la crueldad de los delincuentes,

No puedes estar dando información personal a desconocidos. No puedes dejar tus menores de edad sólos, ni al cuidado de personas que no sean de tu absoluta confianza. De hecho, y más grave aún, no te puedes permitir el lujo de dejar tu casa sin protecciones metálicas o alarmas. No es exageración, es sentido común preventivo en contra de una delincuencia desatada y pervertida.
No puedes ir cada día a tu trabajo por las mismas direcciones, porque puedes ser víctima de las mafias que estudian tus movimientos. Porque crean ustedes que el OFICIO de muchos jóvenes que pertenecen a esas mafias, es estudiar los hábitos y posesiones de potenciales víctimas. Quiero decir, ya no somos víctimas de vulgares rateros (criminales de poco monta) sino de delincuentes organizados, armados y entrenados.
Incluso es tal la organización de los malhechores, que algunos operan con funcionarios policiales o militares dentro de sus filas. O es que alguna vez no han escuchado de personas que han sido atracadas por policías o que sus vehículos están retenidos en residencias de militares. Cierta vez escuché de la crisis de una señora que al ir a poner la denuncia del robo de su carro, quien estaba como funcionario de guardia para recibir las denuncias, ¡era el mismo que le había robado su vehículo!. Esto muestra el grado de descomposición social.

Peor aún, el caso del amigo que le fue robado su vehículo, y lograron apresar al ladrón, pero para su sorpresa era hijo de un juez, y recibió las amenazas de “propios policías” para que retirara la denuncia.
Alcabalas, aduanas, fiscales de tránsito, fiscales de impuesto, en fin, de cualquier funcionario público puedes ser víctima en algún momento, y esto muestra un “grave problema de inmoralidad ciudadana y republicana”, que haría llorar de dolor a nuestro padre Simón Bolívar. Y repito que la solución se ve muy compleja, porque hay corruptela moral en los llamados Organismos de “Poder Moral”.
¿Cómo queda la moral republicana cuando son elegidos para altos cargos públicos personajes sobre quienes pesan acusaciones de corrupción, pero por ser militantes del oficialismo, pasan “por debajo de la mesa” las acusaciones?, o en menor escala, ¿cómo queda la moral ciudadana cuando las empresas son víctimas de chantajes de “sindicaleros inmorales” de sindicatos oficialistas?, ¿ante quién pueden protestar los empresarios si esos sindicaleros son de la misma banda de delincuentes gubernamentales?.

Por tanto, no deja de ser un riesgo denunciar el clima delictivo actual, por las consecuencias que se puedan derivar de las mismas mafias que amedrentan a periodistas. Y por el mismo apoyo que reciben desde altos niveles de gobierno de parte de algunos de sus personeros, que pueden poner en grave riesgo la vida de quienes denuncian y escriben al respecto.
El acto delictivo entonces, no está solamente en los delitos de delincuentes sociales, sino que también está presente, cual parásito, en organismos gubernamentales cuya tarea debería ser erradicar el delito.
Es importante el trabajo de escritores de blogs que podamos aportar reflexiones para que se dé un trato digno a las víctimas de la delincuencia, denunciando y haciendo del conocimiento público lo que está oculto a la opinión pública y que crea pudrición en la administración de justicia.

Debería haber un Plan gubernamental para prevenir el delito, pero ¡que funcione de verdad!.




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