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miércoles, 1 de junio de 2011

Tarjeta amarilla a la violencia social.


¿Conoces a alguien que le guste que lo traten a fuerza de gritos o maltratos?. Personalmente yo no lo conozco, pero si me tropiezo a diario con personas que salen a la calle con una dosis de agresividad reprimida que tratan a los demás con rudeza y con mucha facilidad se ven envueltos en líos de golpes. Hay mucha gente así en la calle, y que parece que pensaran que el trato social debe ser a gritos o maltratos. Se ha perdido la sana y hermosa costumbre de tratar de resolver los problemas con trato conciliatorio y respetuoso. Vamos a ahondar algo en esta realidad.
Parece increíble que en un autobús colectivo de transporte público que va repleto de pasajeros, lo cual justifica el accidente de que algún pasajero provoque un pisotón sin intención a otro pasajero, tenga que terminar en agresión (primero) verbal y (luego) física, donde el petitorio de disculpas no es aceptado por quien recibe el pisotón.
Un pasajero aborda un taxi, pero al bajarse tranca la puerta con cierta dureza inintencional, y eso genera una riña entre el pasajero y el chofer, porque igual que en el caso anterior, tampoco se aceptan las disculpas.Incluso, se han leído en las noticias de páginas rojas de diarios las reseñas de riñas entre pasajeros y choferes, que luego van más lejos, hasta el desenlace sangriento de un arma que saca cualquiera de los dos elementos enfrentados.
Alguien dirá que son pleitos de gente inculta de barrio. Pero cómo entender entonces las riñas entre parlamentarios, que se insultan cual pleitistas callejeros, y a la luz de las cámaras de Tv se agreden a puñetazos, dando imagen de indignidad a la investidura del cargo que representan, además del pésimo ejemplo que transmiten a los menores que ven por Tv semejante manera de "arreglar problemas".
Hay una generalizada violencia social, que no es exagerado decir que es exacerbada. Se mata a alguien por robarle unos zapatos, o por hacer cualquier justo reclamo, en fin, se irrespeta el sagrado valor de la vida por las razones más descabelladas y estúpidas.
Me causó asombro que cuando mis hijos pasaron por la etapa de educación escolar, sus compañeritos ya portaban armas en sus morrales (niños menores de 15 años), creando intimidación en los docentes y entre sus mismos compañeritos. Las riñas entre escolares, son frecuentes, y se deben a causas tontas, de guapetones presuntuosos o de jefes de bandas que pelean por su poder entre los compañeritos, tal cual se ve en las películas así ocurre en los colegios.
Y la violencia no reconoce sexo. Les coloco el ejemplo de taxistas cuyas unidades son robadas y ellos secuestrados, y es curioso que en la narración de su experiencia, citan que los hematomas y síntomas de agresión física que se evidencian en su humanidad física, fueron provocados por las féminas delincuentes, quienes incluso sienten la macabra inclinación a querer matar a esos taxistas, siendo frenadas por sus compañeros delincuentes masculinos, que las hacen reflexionar sobre la importancia de conservar con vida al taxista, a objeto de poder pedir el rescate de la unidad, o de ambos.
Cuando se escucha conversaciones entre compañeros donde presumen de sus experiencias en riñas callejeras, causa curiosidad que narran como causan daños físicos a la víctima, pero no como resultado de puñetazos, sino de golpes infringidos con bates de baseball o cortaduras provocadas por picos de botellas.
Y el fenómeno social de maltrato a la mujer no es un slogan de publicidad. Da tristeza ver compañeras de trabajo, o vecinas, con claras evidencias de maltratos físicos causados por su cónyuge, pese a haber en la actualidad una mayor pretección legal a la mujer, y aún así, ves cotidiano el hecho de mujeres golpeadas. Esto incluso se ve entre hermanos que golpean a sus hermanas, siendo esos sujetos, maltratadores de mujeres en potencia; y el colmo: ¡hijos que golpean a sus madres!.
La violencia contra la mujer también se ha desbordado en un delito aún más ABERRANTE, como lo es la violación, ya no sólo ocasionada por hombres desconocidos, sino que ahora vemos con indignante frecuencia la violación de menores por sus padres, padrastros, hermanos, tíos, compadres; aparte de las violaciones causadas por Jefes enfermos sexuales.
En fin. Es mucho más extensa la lista para ilustrar la conducta agresiva y violenta que prevalece en la actualidad. Y que como se citó, no reconoce edad, ni sexo, ni estrato social. De hecho, se ha convertido en común la frase: "salgo atrabajar y no sé si regreso", por el temor de mucha gente de ser víctima de la delincuencia o de la violencia social, en un bus, en su trabajo, en cualquier parte, generando angustia social, y son ya muchas las personas que afectadas por atracos anteriores, o cometidos a sus familiares, sienten temor en salir a la calle.
Al reflexionar sobre las causas, encuentras entre otras, películas con altos contenidos violentos. También video juegos donde el entretenimiento es matar o agredir al contrincante. Y una causa insólita, muy contemporánea, es el uso de vocabulario agresivo por parte de los personeros de la vida pública, entre ellos, alcaldes, gobernadores, embajadores, presidentes, es como que si hubiéramos regresado a la ley de la selva, donde el presidente representa al gorila de la selva.
Esta situación es inaceptable. Lo peor es que ha pasado a ser parte de la cotidianidad. Son muy frecuentes las noticias de familias enlutadas como resultado de esta violencia delictiva generalizada.
En conclusión, así como se infectó gradualmente la sociedad con el virus de la violencia, de la misma manera,es decir gradualmente, hay que ir rescatando terreno al imperio del respeto a la vida y derechos del prójimo. Por eso me causa regocijo cuando leo en las secciones de opinión de los diarios, las críticas de los columnistas que allí escriben, en las que atacan frontalmente la música, videos y juegos de alta connotación sexual y violenta. Así como en el deporte del Fútboll se frena el juego violento y faltas de juego con las tarjetas amarillas, de igual manera SIMBÓLICA hay que sacar tarjeta amarilla a toda manifestación de violencia social, a través de escritos, denuncias, etc.
Hay que legislar, para producir leyes que regulen ese descontrol social. Hay que educar, para moldear ciudadanos y no gorilas. Hay que enfatizar más en las iglesias el modelo de vida dejado por Jesús que da primacía al concepto de "amor al Prójimo" como norma fundamental de interrelación social.





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