Hay valores humanos muy altos, muy trascendentales, muy fundamentales, muy dignos, y todo ello se cumple en el máximo logro de un ser humano: como es graduarse en una especialidad profesional. Antaño muchos padres pensaban que era pérdida de tiempo el estudio, que lo mejor era dedicarse a las labores del grupo familiar, fueran artesanales o agrícolas. Es decir que la idea, por supuesto con la mejor intención, era que el hijo continuara con la tradición que de abuelos, a padres, a hijos, se venía dando. Pero, actualmente el concepto es otro, y estas líneas además de aportar reflexiones, honran a todo lector que concretó su "máximo logro" en esta vida.
De manera que el primer obstáculo a vencer, en algunos casos, fue vencer la idea tradicional de que el 
estudio era pérdida de tiempo, y que en todo caso era una ocupación sólo para los ricos. En muchos lugares del mundo, donde las sociedades no tienen un nivel avanzado de conocimiento, esta es todavía la forma de ver el futuro, de manera que, graduarse es labrarse un mejor futuro y labrar una mejor sociedad, de hecho, las sociedades para avanzar requieren de jóvenes talentosos y decididos, que puedan profesionalizarse para gestar una mejor sociedad, y este planteamiento ubica a la profesionalización como un máximo valor social, muy por encima de lo que ya representa ser un valor personal.
Otro obstáculo es el del máximo sacrificio familiar. Me refiero al caso de hijos que ni siquiera pueden culminar su educación secundaria, por las situaciones tan precarias de la economía familiar. Por otra parte, he conocido personas que lograron concretar su meta profesional, a costa de inmensos sacrificios, a nivel personal y a nivel
familiar, porque para cumplir esa meta muchos padres e incluso hermanos y parientes, hacen aportes para impulsar a ese joven con aspiraciones de superación. Por eso tan comunes las menciones en actos de graduación a esos inmensos sacrificios para graduar a un hijo, y las lágrimas que esas menciones provocan en los familiares, y, es la razón por la que no faltan en muchos hogares cuadros con la graduación de un hijo, o una imagen con ese motivo como fondo de pantalla de nuestra computadora o equipo celular. Por cierto, una imagen de un familiar que se gradúa, es un potente motivante al estudio para familiares y amigos, que piensan que también ellos pueden alcanzar esa meta: "esto no es coincidencia, es producto del efecto de los altos valores en una persona, que se instruye en ellos, o que es afectado por ellos de alguna forma".
Hablar de sacrificios para graduarse da lugar a la mención especial de aquellos graduandos con discapacidades físicas. Conocí una vecina que se graduó y tenía que asistir a clases en silla de ruedas. También el caso del abogado ciego, que siempre me causó además de admiración, mucha inquietud para saber cómo hizo para aprender tantas leyes, siendo ciego. En ambos casos las limitaciones físicas no pudieron frenar a esos triunfadores.
Es decir el acto de graduación es la culminación no sólo de una meta muy anhelada, sino el premio a una inmensa cantidad de sacrificios no sólo del graduando, sino también del mismo grupo familiar, que hizo cualquier cantidad y género de aportes para ayudar a un joven con ansias de superarse.
Hay quienes se gradúan asistiendo a una Universidad, pero,
también los hay quienes lo hacen por otros medios también válidos. Está el caso de quienes se gradúan por estudios a distancia, recibiendo textos por correspondencia o clases por radio; tal recurso de estudio lo conocí en mis años de estudios universitarios, y, supe de mucha gente que recurría a ese medio, por ocupaciones laborales y jornadas de trabajo largas, de manera que el esfuerzo era muy grande. Incluso, ahora está de moda el estudio on line, que lo ofrecen universidades prestigiosas a través de páginas web, y que cuenta con mucha promoción tanto en la TV como en internet, mostrando la importancia que tiene para un mundo mejor el contar con personas capacitadas y con especialización.
Pero, ¿por qué concebir la graduación profesional como un valor, bien sea social o personal?. La respuesta es sencilla: los valores son respetables por su dignidad, y que por tanto hacen digna a una persona. Entonces, graduarse es una "máxima dignidad", y la persona que lo logra alcanza el respeto de propios y extraños, entiéndase, se hace digna. Luego, es un logro social, porque las sociedades avanzadas lo son en virtud de sus dignos hijos que con esfuerzo lograron especializarse y dan lo mejor de sí para erradicar los males de una sociedad: ignorancia, enfermedades, atraso, etc.
La graduación también puede verse como un valioso valor ético, porque es la cura contra antivalores nocivos como la envidia, la mala intención, etc. El que piensa en graduarse, no envidia a otros, porque sabe que cuenta con sí mismo, y, este es un mecanismo racional muy ético, por tanto la graduación es de esos actos de la vida que califican para valores fundamentales para un buen vivir.
¿Qué hay en la psiquis de un graduado?. Hay de todo: emociones, alegrías, esperanzas, regocijo. Para ellos el graduarse les da una luz para recorrer el camino a una mejor vida personal y familiar: "la graduación es el sol de la esperanza en una persona". Creo que aparte del nacimiento de un hijo, el acto de graduación profesional es uno de los eventos de mayor satisfacción en la vida de una persona y la de sus familiares. Y así como en el nacimiento de un hijo, hay ritos para una graduación con los cuales evidencian el regocijo, siendo el más conocido el de lanzar al aire los birretes, y, muchas personas se regocijan en apadrinar tan hermoso recuerdo en un invalorable momento en foto que siempre servirá de inspiración a otros.
Por lo anterior debo decir que el acto de graduación es de esos eventos sociales que transmiten una carga de energía positiva e inspiradora muy indescriptible. En un auditorio de graduación sólo percibes vibras de emoción y satisfacción. Por eso, me encanta asistir a actos de graduación, y es razón suficiente para mencionarlo en esta publicación.
Pero, ¿cuándo un graduado se hace indigno?, ¿puede tal aberración ocurrir?. Lamentablemente sí pude ocurrir. Es el caso de hijos profesionales, incluso muy brillantes, pero que luego son ingratos con sus padres. y llegan al caso de darles un trato despectivo. O el caso de la mujer que es apoyada en sus estudios por el abnegado trabajo de su humilde esposo obrero, y luego ella se siente avergonzada de él, y tal como he visto, abandonan a su esposo "para rehacer sus vidas con alguien que esté a su altura", y pregunto, ¿pese a ser brillante intelectualmente, no son acaso indignas esas actitudes de ingratitud que se ven en muchos profesionales?.
También considero indigno a la magnanimidad de un título profesional, el usarlo de palanca para cometer ilícitos o atropellos. Como también el caso de profesionales (ejemplo médicos) que son totalmente indolentes ante el sufrimiento de sus pacientes. Otro caso de falta de ética es la amnesia a las buenas costumbres de algunos profesionales, que piensan que por la alta inverstidura que sus títulos le permiten ejercer, se imaginan que ya no deben responder un cortés buenos días, o peor aún, se niegan a reconocer errores cuando están incluso a la vista de todos, pero su "grado profesional" los ciega a ceder. Son casos como estos (y muchos otros que no menciono) los que hacen ver una paradoja en la ética del profesional: porque van en sentidos opuestos sus brillantes conocimientos y su ética de interrelación social. Este contrasentido en la persona de un profesional es la causa del título: "Graduarse profesionalmente es graduarse en los más altos valores", porque el individuo se gradúa para ser mejor persona, no para ser más que los demás.
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