El costo social de la delincuencia

Mucho he escuchado decir que una razón que lleva a delinquir a una persona es el hambre. En algunos casos puede que sea cierto, pero la realidad está demostrando que en una considerable proporción de casos no es esa la causa. Y si reprobable desde el punto de vista ético resulta la causa, peor lo es la consecuencia.
Voy a referirme al acto delictivo más común, como lo es el robo. Mi recurso de información es la prensa. Resulta que consultando las noticias de atracos que en muchos casos terminan en homicidios, vemos cómo el modus operandi del delincuente es la maldad, al punto de golpear al ciudadano que no lleva suficiente dinero, e incluso a matarlo por las más insólitas causas. El que mata a otro por un teléfono celular o por un par de zapatos, no lo hace por necesidad económica sino por otra razón que es "la pérdida de valores" de una sociedad en descomposición.
Además, el robo se ha sofisticado a una modalidad de robo en unidades colectivas acompañado de violaciones masivas a féminas, con vejaciones y golpes, ¿es eso necesidad económica o perversión delictiva?. Luego, al caer detenido ese delincuente se cae en la insólita situación de una sobreprotección de sus derechos humanos que se traduce muchas veces en su libertad casi inmediata, ¡para seguir delinquiendo!, y la pregunta es: ¿cómo quedan los derechos humanos de las víctimas y de los ciudadanos que serán víctimas de esos delincuentes liberados por un sistema judicial corrupto?. Es tal la protección al delincuente que la Ley prohibe que su rostro salga a la luz, para evitar supuestas discriminaciones al quedar libre, pero el Estado no calcula que ese violador al quedar identificado públicamente se verá más limitado en repetir su repugnante fechoría en contra de las féminas: los violadores son sujetos enfermos y el daño emocional causado a sus víctimas es IRREPARABLE.
Eso plantea la toma de acciones urgentes, sumando el hecho que muchas veces esos delincuentes han presentado mejor apertrechamiento de armas que los mismos polícias, desde ametralladoras hasta granadas, ¡aunque usted no lo crea!.
Si hasta acá la situación la ves grave, quiero ahora agregar un nuevo elemento de reflexión en ese marco teórico. Es el referido al valor de la persona humana, que por lo visto parece ser olvidado o quizás obviado por los jueces que sin escrúpulos dejan libres a estos delincuentes.
Pregunto, ¿cuánto vale un alma humana?. Porque el delincuente que mata un ciudadano decente, a sangre fría y sin contemplación alguna, está liquidando a una persona valiosa para la sociedad. Y este fenómeno es el que aterroriza a la ciudadanía, es decir, el apreciar tal nivel de maldad en los delincuentes, que no tienen ningún remordimiento en infringir cualquier daño a su víctima. Los invito en las líneas siguientes a ver este aspecto.Muchas víctimas de la delincuencia son profesionales a los que liquidan para despojarlos de sus vehículos que con tanto esfuerzo adquirieron. Pero sucede que aún cuando la noticia llega sólo a la presentación del hecho delictivo en el robo y homicidio, hay un trasfondo más importante para evaluar: ¿cuántos años de estudio costó al país formar ese profesional?, por lo menos 25 años, es decir ¡1 generación!. Luego, cuántos proyectos (en caso de ingenieros asesinados) quedan borrados, o pacientes sin atender (en caso de médicos asesinados) por culpa de una plaga social.
Muchas veces han asesinado a padres de familia, que son sostén económico, y su viuda e hijas pasan a vivir la tragedia de las limitaciones económicas por causa de una indigna plaga social que acabó con un padre decente y trabajador.
Conocí un negocio donde la muerte del dueño en virtud de su resistencia a dejarse robar su vehículo, significó el cierre del negocio, que dejó desempleados a varias personas que dependían de ese sueldo, que aunque mínimo, les permitía mantener una vida decente y llevar adelante sus respectivos hogares, y quedó también el enojo por la pérdida de un excelente padre de familia y excelente patrón. He aquí una dramática y elocuente ilustración del "costo social de la delincuencia", y una de tantas razones para exigir a las autoridades nuestro más airado reclamo: ¡BASTA YA DE DELINCUENCIA!.
¿Cuánto vale un alma humana que es exterminada por las plagas sociales?. Ese sujeto que es liquidado por un delincuente, representaba un individuo valioso, decente, trabajador, que era muy necesario para la sociedad, porque de su trabajo dependía el sustento de futuros hombres y mujeres de bien, y si era profesional, peor es la consecuencia, porque la sociedad pierde un importante pilar sobre cuyo intelecto se fundamentaban obras importantes. Es decir, el fondo de la reflexión es que una víctima de la delincuencia no es una simple ESTADÍSTICA SOCIAL, es un alma muy valiosa, y ninguna condena judicial ni ninguna indemnización gubernamental repara la ausencia de un ser querido. El que ha perdido un familiar valioso, seguro se unirá a la exigencia social más urgente: DIGAMOS NO A LA DELINCUENCIA.Un alma humana exterminada por plagas sociales, representa un ser valioso que va a ser extrañado y llorado por sus seres queridos. Representa un padre que ya no estará en las tardes para jugar con su hijo pequeño, o representa ese padre sobre cuyos sanos y sabios consejos se esperaba que se apoyaran sus hijos. Estas cosas las reflexionan los turistas, los cuales no se atreven a visitar sitios turísticos que otrora eran muy visitados, por temor al secuestro, robo o incluso al homicidio, siendo esta otra de las aristas del costo social de la delincuencia.
¿Por qué estos planteamientos que suenan obvios a primera vista?. Porque resulta que la sociedad se está acostumbrando y resignando al imperio gangsteril de mafias y bandas que se han fortalecido y a la vez se han pervertido a tal punto, que el sólo robar ya no es suficiente, por lo que se han pervertido al nivel de las violaciones y homicidios. Y esto es lo peor que puede ocurrir, es decir, ese conformismo a ser víctima de plagas sociales, que ha originado una sociedad que vive atemorizada y que ha perdido la fe en la capacidad de respuesta de los gobernantes. Además del fenómeno de deshumanización, porque muchos delincuentes fingen ser ciegos o usan niños para sus fechorías, de manera que eso ha originado tener temor de discapacitados o niños por no saber si son "lobos vestidos de ovejas".
Es que muchas de esas mafias operan con el apoyo de funcionarios gubernamentales, y por eso se ve la detención de policias o militares incursos en actos delictivos. De hecho, la gente siente temor de notificar a las autoridades los delitos de secuestro o de hurto de vehículos, porque luego son llamados y amenazados por poner la denuncia.
Hay barriadas populares que viven atemorizadas por bandas armadas de jóvenes entre 16 y 18 años, y cuyo libre accionar ha cobrado muchas vidas por balas perdidas debido a duelos callejeros entre ellos. Muchos comerciantes son víctimas de las llamadas VACUNAS, que es el nombre con que conocemos en Venezuela a la cuota que se paga a las mafias para que no los roben o no los secuestren.
La sociedad se ha movilizado para hacer notar la gravedad del problema. En tal sentido convocan a paros de transporte por el robo de vehículos, así como por el asesinato de choferes y violaciones masivas de mujeres. En algunas barriadas, los vecinos salen a protestar con pancartas pidiendo mayor presencia policial. En las universidades, los estudiantes organizan protestas para frenar la delincuencia que les ha llegado incluso a sus mismas aulas.
Pese a esa ola de protestas, el problema continúa, y es debido a que el Estado debe primeramente revisar las leyes que permiten la impunidad a esos delincuentes, y luego tomar acciones más contundentes desde el punto de vista policial.
La sociedad no puede seguir perdiendo vidas valiosas. Esas vidas son necesarias tanto para el país, como para las familias que dependen económicamente de ellos. Cualquier plan de gobierno de aspirantes a la presidencia de un país, debe dar prioridad máxima al problema de la falta de seguridad ciudadana. A los delincuentes, hay que apresarlos, y llevarlos a la cárcel previo juicio, y luego que el Estado se ocupe de lo atinente a la reformación de ese delincuente en un ciudadano respetuoso de las leyes. Una reflexión de cierre es la evidente falla de un sistema educativo que deja ver en el accionar de los delincuentes, que en su etapa escolar no se le inculcó el valor de una vida humana, y por tanto el respeto a la misma. Al no hacer la sociedad el trabajo educativo en la edad escolar, se deja ver que muchos de esos sujetos, ignorantes de la mínima ética, representaran un costo para una sociedad que tiene que invertir en cárceles, verse envuelta en litigios judiciales, y lo más deplorable, ver perder vidas valiosas: entonces sí es bastante alto el costo social de la delincuencia.

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