Gracias a Dios que el hogar de las águilas y los cóndores, es el cielo. ¿Quieres descubrir la razón?. Ni te la imaginas.
Es que en el cielo pueden volar, sin tener que convivir con el desastre humano al medio ambiente. Caray, esas águilas dirán que si así actúa la especie humana, ellas preferirán seguir siendo aves, libres, que disfruten de la libertad del aire.
La razón de este planteamiento, sazonado en tono jocoso, se entenderá mejor cuando lean la siguiente anécdota ocurrida a mi hermano.
En el ejercicio laboral de taxista se ve de todo. Ya casi nada asombra a un taxista. Mi hermano, que se desempeña en ese gremio, en cierta ocasión conversaba con un colega suyo taxista, a quien le reclama que por qué motivo no usa dentro de su vehículo una bolsita para desperdicios, y evitar así la "fea costumbre" de arrojarlos a la vía pública. La respuesta recibida fue: "¿Para qué?, si para eso están los trabajadores del aseo urbano".
Mi hermano le recrimina que esa no es precisamente el mejor modelo cívico de comportamiento ciudadano. Y, la otra joya de respuesta recibida, no menos absurda que la primera fue: "no te mortifiques, que ellos tienen que justificar su sueldo, y yo colaboro con esa misión de hacer trabajar a esos holgazanes".
¡Plop!. De película tal respuesta. Es que a Steven Spielberg no se le hubiera ocurrido una mejor respuesta para alguno de sus libretos.
Es la más vergonzosa falta de ética y de mínimo sentido común. Tal sujeto olvida, que la vía pública es de todos, hasta de sus hijos, quienes alguna vez le habrán dicho: papi, la gente si que es sucia, y me pregunto, ¿qué le responderá ese cretino a sus hijos?.
Lo asombroso es que se desempeña como taxista, y más de una vez le habrá escuchado a algún turista de los que abordan su vehículo, algún reclamo por la suciedad de las calles.
Es muy posible que ese ciudadano ("porque aún cuando no es cívica su conducta, sigue siendo un ciudadano"), tenga el subdesarrollado punto de vista, de que el ornato de la ciudad es responsabilidad del gobierno municipal que fue elegido con la ayuda de su sufragio. Y, ese es el problema de las medias verdades: porque aún cuando esa es la misión del gobierno municipal, la otra mitad de la verdad, que parece olvidar quien piensa así, es que la ciudad tenemos que mantenerla todos los que la habitamos, para que se haga acogedora a propios y extraños. Tenemos que aprender a sentir amor por nuestra ciudad, porque mi primer hogar es mi país, mi segundo hogar es mi ciudad, y mi tercer hogar es mi casa familiar. Sin olvidar, que la empresa donde trabajo, pasa a ser mi cuarto hogar. Todo ese espacio geográfico, donde pasa mi vida, en convivencia familiar y ciudadana, es mi gran hogar.
El propósito de editar estos temas, es generar reflexión, provocar cambios y auspiciar la propagación de valores más cívicos y más éticos. No es un sueño imposible, porque a pesar de que son realmente muchos los que piensan como ese taxista, tengo el consuelo que yo no soy el único, junto con mi hermano, que pensamos que eso debe cambiar. y, mi herramienta para enfrentar esa conducta anticívica es la de escribirlo en un blog, porque sé y tengo fe, que mucha gente al leer estas líneas va a sentir más amor por su ciudad, y por qué no, también va a sentir más amor y más respeto por los dignos trabajadores del aseo urbano.
Es que en el cielo pueden volar, sin tener que convivir con el desastre humano al medio ambiente. Caray, esas águilas dirán que si así actúa la especie humana, ellas preferirán seguir siendo aves, libres, que disfruten de la libertad del aire.
La razón de este planteamiento, sazonado en tono jocoso, se entenderá mejor cuando lean la siguiente anécdota ocurrida a mi hermano.
En el ejercicio laboral de taxista se ve de todo. Ya casi nada asombra a un taxista. Mi hermano, que se desempeña en ese gremio, en cierta ocasión conversaba con un colega suyo taxista, a quien le reclama que por qué motivo no usa dentro de su vehículo una bolsita para desperdicios, y evitar así la "fea costumbre" de arrojarlos a la vía pública. La respuesta recibida fue: "¿Para qué?, si para eso están los trabajadores del aseo urbano".
Mi hermano le recrimina que esa no es precisamente el mejor modelo cívico de comportamiento ciudadano. Y, la otra joya de respuesta recibida, no menos absurda que la primera fue: "no te mortifiques, que ellos tienen que justificar su sueldo, y yo colaboro con esa misión de hacer trabajar a esos holgazanes".
¡Plop!. De película tal respuesta. Es que a Steven Spielberg no se le hubiera ocurrido una mejor respuesta para alguno de sus libretos.
Es la más vergonzosa falta de ética y de mínimo sentido común. Tal sujeto olvida, que la vía pública es de todos, hasta de sus hijos, quienes alguna vez le habrán dicho: papi, la gente si que es sucia, y me pregunto, ¿qué le responderá ese cretino a sus hijos?.
Lo asombroso es que se desempeña como taxista, y más de una vez le habrá escuchado a algún turista de los que abordan su vehículo, algún reclamo por la suciedad de las calles.
Es muy posible que ese ciudadano ("porque aún cuando no es cívica su conducta, sigue siendo un ciudadano"), tenga el subdesarrollado punto de vista, de que el ornato de la ciudad es responsabilidad del gobierno municipal que fue elegido con la ayuda de su sufragio. Y, ese es el problema de las medias verdades: porque aún cuando esa es la misión del gobierno municipal, la otra mitad de la verdad, que parece olvidar quien piensa así, es que la ciudad tenemos que mantenerla todos los que la habitamos, para que se haga acogedora a propios y extraños. Tenemos que aprender a sentir amor por nuestra ciudad, porque mi primer hogar es mi país, mi segundo hogar es mi ciudad, y mi tercer hogar es mi casa familiar. Sin olvidar, que la empresa donde trabajo, pasa a ser mi cuarto hogar. Todo ese espacio geográfico, donde pasa mi vida, en convivencia familiar y ciudadana, es mi gran hogar.
El propósito de editar estos temas, es generar reflexión, provocar cambios y auspiciar la propagación de valores más cívicos y más éticos. No es un sueño imposible, porque a pesar de que son realmente muchos los que piensan como ese taxista, tengo el consuelo que yo no soy el único, junto con mi hermano, que pensamos que eso debe cambiar. y, mi herramienta para enfrentar esa conducta anticívica es la de escribirlo en un blog, porque sé y tengo fe, que mucha gente al leer estas líneas va a sentir más amor por su ciudad, y por qué no, también va a sentir más amor y más respeto por los dignos trabajadores del aseo urbano.
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