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sábado, 21 de mayo de 2022

La indiferencia: un inclemente castigo emocional

La indiferenciauchas personas quizás no lo sepan pero la indiferencia es uno de los peores tratos que podemos recibir, dadas sus consecuencias devastadoras.

Veamos en qué consiste y cómo afrontarla.


La indiferencia es una forma de agresión psicológica. Es convertir a alguien en invisible, es anularlo emocionalmente y vetar su necesidad de conexión social para llevarlo a un limbo de auténtico vacío y sufrimiento. Dicha práctica, como ya sabemos, abunda en exceso en muchos de nuestros contextos: la vemos en escuelas, en relaciones de pareja, familia e incluso entre grupos de amigos.

Falta de comunicación, evitación, hacer el vacío de forma expresa, frialdad de trato… Podríamos dar mil ejemplos sobre cómo se lleva a cabo la práctica de la indiferencia, y sin embargo, el efecto siempre es el mismo: dolor y sufrimiento. El dolor de ese niño que sentado en un rincón del patio, ve como es ignorado por el resto de sus compañeros. Y el sufrimiento también de esa pareja que de un día para otro, percibe cómo su ser amado deja de mostrar la correspondencia emocional de antes.

“Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. A su vez, lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte”.

-Elie Wiesel-

Nadie está preparado para habitar en ese vacío social donde los demás pasan a través nuestro como si fuéramos una entidad sin forma. Nuestras emociones, nuestras necesidades y la propia presencia están ahí y demandan atención, ansían afecto, respeto… ser visibles para el resto del mundo. ¿Cómo afrontar estas situaciones?

La indiferencia, la invisibilidad social y el dolor emocional

La definición de la indiferencia es a simple vista bastante sencilla: denota falta de interés, de preocupación e incluso falta de sentimiento. Ahora bien, más allá de las definiciones de diccionario están las implicaciones psicológicas. Están, por así decirlo, esos universos personales donde hay ciertas palabras con más relevancia que otras. El término “indiferencia”, por ejemplo, es sin duda uno de los más traumáticos.

Así, hay quien no duda en decir que lo opuesto a la vida no es la muerte sino la falta de preocupación, y ese vacío absoluto de sentimientos que dan forma cómo no, a la indiferencia. No podemos olvidar que nuestros cerebros son el resultado de una evolución, ahí donde la conexión social y la pertenencia a un grupo nos han hecho sobrevivir y avanzar como especie.

Interaccionar, comunicar, ser aceptado, valorado y apreciado nos sitúa en el mundo. Esos procesos tan básicos desde un punto de vista relacional nos hace visibles no solo para nuestro entorno, sino también para nosotros mismos. Es así como conformamos nuestra autoestima, así como damos forma también a nuestra identidad. Que nos falten esos nutrientes genera serias secuelas, implicaciones que es necesario conocer. Veámoslos.

La indiferencia genera una fuerte tensión mental

Las personas necesitamos “leer” en los demás aquello que significamos para ellos. Necesitamos certezas y no dudas. Ansiamos refuerzos, gestos de aprecio, miradas que acogen, sonrisas que comparten complicidades y emociones positivas… Todo ello da forma a esa comunicación no verbal donde quedan incrustadas esas emociones que nos gusta percibir en los nuestros a diario. El no verlas, el percibir solo una actitud fría, provoca ansiedad, estrés y tensión mental.

Confusión

La indiferencia genera a su vez otro tipo de dinámica desgastante, a saber, se rompe un mecanismo básico en la conciencia humana: el mecanismo de acción y reacción. Cada vez que actuamos de una cierta manera, esperamos que la otra persona reaccione en consecuencia.

Si bien a veces esta reacción no es la que esperábamos, resulta muy difícil de comprender la ausencia total de ella. La comunicación se vuelve imposible y el intento por interactuar se hace forzado y desgasta. Todo ello nos confunde y nos sume en un estado de preocupación y sufrimiento.

Da origen a una autoestima baja

Al no obtener ningún tipo de respuesta, de refuerzo por parte de las otras personas, se corta cualquier retroalimentación que podamos tener. En las etapas de formación de la personalidad, esto puede repercutir gravemente en la autoimagen. Es probable que aquella persona que ha recibido indiferencia en estas etapas, llegue a creer que no vale la pena interactuar con ella, dando lugar a una fuerte inseguridad.

¿Cuáles son las consecuencias de la indiferencia?

Como ya dijimos, la indiferencia no solo se aplica a personas, sino también a hechos o circunstancias. En el primer caso, las consecuencias afectarán el vinculo de lo involucrados; mientras que en el segundo, tendrá un efecto más a nivel social.

Veamos las consecuencias de la indiferencia en cada situación.

Consecuencias de la indiferencia en una relación

En una relación de pareja, de amistad, familiar o laboral, la indiferencia suele dañar la calidad del vinculo y el bienestar de los involucrados. Produciendo los siguientes efectos:

1, Desconcierto e intranquilidad

Cuando somos víctimas de la indiferencia de otra persona lo más natural es que nos sintamos desconcertados e intranquilos. De inmediato empezamos a cuestionarnos qué habremos hecho para merecer ese tipo de trato, así como también empezamos a dudar sobre la fidelidad, el amor, el apoyo, el cariño, etc. que ha estado presente en la relación.

Incluso, es común que estas dudas desemboquen en la justificación de esa indiferencia hacia nosotros mismos.

2. Baja autoestima e inseguridad personal

Las personas que son objetos de la indiferencia empiezan a desarrollar baja autoestima e inseguridades. Pues este forma de maltrato les hace creer que son demasiado poco como para generar una respuesta en los demás.

En otras palabras, el desinterés que muestra el otro hacia uno mismo, puede sembrar dudas con respecto a lo que podemos ofrecer. Dudas que pueden relacionarse con cualquier aspecto personal, como: apariencia física, habilidades, virtudes, modos de ser, etc.

3. Malestar emocional

La víctima de indiferencia también siente un profundo malestar emocional, en la medida que el otro la aísla, la desprestigia y disminuye su valor. De hecho, la indiferencia es considerado un tipo de maltrato psicológico cuyos daños afectan el plano emocional de forma significativa.

4.. Manipulación

En algunos casos, la indiferencia se utiliza como estrategia de manipulación. Especialmente cuando las victimas justifican este tipo de maltrato hacia sí mismos, pues la culpa experimentada las llevan a realizar cualquier cosa por reparar la situación y que el otro devuelva su interés.

Sin embargo, debemos recordar que la indiferencia en estas circunstancias nunca está justificada, y que los desacuerdos en una relación deben solventarse mediante el dialogo asertivo y la empatía.

5. Destruye la comunicación

Como ya dijimos, la comunicación es fundamental para solventar los conflictos y entenderse mejor dentro de una relación. De hecho, se ha comprobado que la comunicación sana es un indicador de satisfacción en las parejas.

No obstante, la indiferencia impide que los involucrados puedan sentarse a dialogar, pues, crea una barrera que los separa cada vez más y aumenta la gravedad de los desacuerdos.

6.Sentimiento de soledad

La víctima de indiferencia también puede sentir que está sola y que no le importa a nadie. Especialmente cuando estos malos tratos son reiterados y las personas que la aplican son cercanos a ella, como una pareja, familiares o amigos.

7. Estropea el vínculo

Como consecuencia de todo lo anterior, la relación se ve perjudicada. Los amigos se separan, las familias se distancian y las relaciones de pareja van directo a la ruptura. Y, aquellos casos que deciden continuar con el vínculo, vivirán en constante malestar.

Consecuencias de la indiferencia en la sociedad

Por su parte, cuando la indiferencia no se aplica a una persona en específico, sino que se asume como actitud frente a la sociedad, las consecuencias pueden ser las siguientes:

1.Desinterés por los problemas políticos

Muchas personas son indiferentes a los problemas políticos de su sociedad y pretenden que lo que sucede a ese nivel no les afectará para nada. Lo cierto es que la indiferencia política se traduce en menos participación en los procesos electorales, lo que contribuye a una administración pública deficiente.

2. Carencia de bondad

Ser bondadoso implica ser solidario, comprensivo y amable con los que nos rodean; además, implica ayudar a quien más lo necesita. En este sentido, la indiferencia es lo opuesto a la bondad. Pues, el indiferente no muestra interés hacia los otros, no presta su ayuda ni socorre a aquellos que están en problemas.

3. Desconocimiento de las iniciativas sociales

De lo anterior se desprende el desinterés por aquellas causas que de cierta manera contribuyen al progreso de la sociedad. El que es indiferente a la sociedad, desconoce que existen iniciativas que ayudan que su entorno sea un lugar mejor.

Y, mientras más indiferentes haya en la sociedad, menos causas benéficas prosperarán.

4. Desobediencia

Cuando las personas sienten indiferencia a ciertas normas sociales, es posible que las quiebren con mayor facilidad.

5. Complicidad en acciones incorrectas

La indiferencia social también puede llevar a que las personas sean cómplices de actos atroces. Por ejemplo, aquellos que son indiferentes al racismo, xenofobia u homofobia, pueden catalogarse como cómplices de estos movimientos. Pues, no hacer nada al respecto significa contribuir a que éstas acciones se sigan perpetuando.

¿Cuáles son las consecuencias para el indiferente?

Por su parte, las personas indiferentes también sufren las consecuencias de su actitud. En este caso, algunas de ellas son:


  • Aislamiento, bien sea porque no quiere relacionarse con los demás, o porque los otros rechazan su actitud indiferente.
  • Sentimiento de soledad.
  • Mayores niveles de ansiedad.
  • Baja autoestima.
  • Carencia de valores morales.
  • Por tanto, la indiferencia no es la mejor respuesta, ni para los demás ni para uno mismo.

Enfrentarse a la indiferencia

Como ya dijimos, la indiferencia conlleva sufrimiento para quien la siente, generando tensiones insoportables y confusión. Por eso hay que saber enfrentarse a ella.

El primer paso es intentar un acercamiento gradual a la otra persona para hacerle saber cómo nos afecta su actitud.

Quizá no haya respuesta inmediata, pero conviene tener paciencia, no es bueno cerrarse. A veces un periodo de reflexión lleva a la otra persona a dar ese paso esperado. O tal vez se pueda buscar a alguien que ejerza el papel de mediador.

Sin embargo, en ocasiones puede que no consigamos el acercamiento que buscamos. En ese caso lo mejor es aceptar lo que está ocurriendo. La obsesión con la indiferencia de alguien puede llevarnos a pasar por momentos muy desagradables.

“El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia: esa es la esencia de la inhumanidad”.
-George Bernard Shaw

¿Cómo reaccionar frente a alguien que me trata con indiferencia?

Las personas, como seres sociales que somos y dotados a su vez de unas necesidades emocionales, aspiramos a establecer una relación de constante interacción con nuestros seres queridos: familia, amigos, pareja…

Si en un momento dado empezamos a percibir silencios, vacíos, frialdad y despreocupación, nuestro cerebro (y en concreto nuestra amígdala) entrará en pánico. Nos avisará de una amenaza, de un miedo profundo y evidente: el de percibir que ya no somos amados, apreciados.

Lo más razonable en estas situaciones es entender qué sucede. Esa desconexión emocional siempre tiene un origen y como tal debe ser aclarado para que poder actuar en consecuencia. Si hay un problema lo afrontaremos, si hay un malentendido lo solucionaremos, si hay desamor lo asumiremos e intentaremos avanzar. Porque si hay algo que queda claro es que nadie merece vivir en la indiferencia, ninguna persona debe sentirse invisible en ningún escenario social, ya sea en su propio hogar, en su trabajo, etc.

Asimismo, hay un aspecto que es necesario considerar. La indiferencia largamente proyectada sobre alguien en concreto o sobre un colectivo es una forma de maltrato. Aún más, en un estudio llevado a cabo en la Universidad de California se demostró que este tipo de dinámica basada en la exclusión y en la despreocupación, genera dolor y angustia. Es un sufrimiento que trasciende nuestras emociones para llegar también a nuestro cuerpo.

“Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”.

-Oscar Wilde-

Impermanencia

Cuando aceptamos la indiferencia, hemos de comenzar a mirar al horizonte con la idea de que no siempre importaremos a otros como nos gustaría. Aunque sea un proceso doloroso, pensar en ello nos ayudará a saber que nuestra felicidad no puede depender de una sola persona. Si deciden mostrarse indiferentes con nosotros, obligar a que nos hagan caso no es la mejor de las opciones. Mejor aprender a dejar ir.

El último recurso: alejarse

Si luchar por esa relación, si invertir más tiempo y esfuerzo en esa o esas personas nos trae el mismo resultado, lo más sano será alejarnos. Si percibes que esas consecuencias perjudiciales (agotamiento, baja autoestima…) ya se están “instalando” en ti, es urgente que renuncies a tener una relación cercana con esas personas y busques proximidad con otros, para quienes sí seas importante.

Intégrate en grupos donde seas escuchado y se valore tu forma de ser. Romper con una relación de indiferencia te dará una nueva perspectiva del mundo y potenciará tu desarrollo.

Bibliografía:

https://lamenteesmaravillosa.com/el-castigo-de-la-indiferencia/

https://lamenteesmaravillosa.com/las-consecuencias-de-la-indiferencia/

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