La violencia verbal y física son ajenas al buen vivir.

 Dicen que las personas de edad acostumbran hablar de lo mejor de sus años pretéritos de la juventud, algunos incluso, sienten profundas emociones, y ¡que tal!, que a mí me pasa igual. Me refiero a que recuerdo de manera muy especial esas décadas de 1970 y 1980, muy particularmente la de 1970, por esa convivencia social tan hermosa que vivimos en esos años; por favor, no vayan a sospechar que les espera una larga perorata de cuentos de esos años, simplemente me referiré a un aspecto en particular que mucho lamento que se haya perdido y es lo que da forma al post que hoy publico y que los invito a leer y extraer lo mejor del mismo.
 No se imaginan cuanta nostalgia me da cuando veo a tanta gente irritable y violenta, que reacciona explosivamente ante motivos fútiles, traspasando incluso los límites de la tolerancia para incurrir en el homicidio.
 Alguien dirá que esto ha sido lo típico de todas las épocas, y no faltará quien argumente que es lo característico y razonable en algunas personas; pero, lo que hace que rechace ambas posiciones defensivas, es que esas conductas agresivas son producto de un fenómeno social que intoxica a Venezuela, y me refiero a la odiosa polarización política; y ha originado un modelo atípico de venezolano, malgeniado y agresivo.
 Es que producto de esa polarización política he visto crearse un muro de resentimientos entre parientes por la insólita causa de los desentendimientos entre seguidores del chavismo y seguidores de la oposición.
 He visto como amigos de toda una vida, que disfrutaban de una amistad que generaba envidias, se han vuelto intolerantes entre sí, cuando cruzan ideas del acontecer político venezolano.
 He visto parejas de enamorados que han terminado su relación, no por infidelidades ni por desamor, sino por desentendimientos de política.
 Y la lista de inarmonías humanas a causa de la polarización política, créanme que si la continúo, me propinaría unos cuantos párrafos adicionales para detallarlos, pero los eximiré porque el lector venezolano sabe PERFECTAMENTE a lo que me refiero, y, el lector de otros países lo invito a hacer juegos de imaginación, y seguro estoy que sus fantasías, en nada reflejarán la gravedad de los casos de pleitos por política.
 Cierta vez en el hotel donde trabajo, llegó una señora que luego de ver la habitación no se sintió agradada y al intentar el recepcionista ofrecerle algunas explicaciones, ésta sin dejarse hablar le interrumpió y le abordó con un verbo muy agresivo; y, cierto huésped de nacionalidad colombiana atinó a comentar que ese nivel de violencia verbal es uno de los productos de una sociedad que vive sometida al diario bombardeo de interminables pleitos ideológicos gestados desde la misma Presidencia de la República, desde donde su inquilino, cual César, ofende a políticos nacionales y extranjeros, y pretende luego asumir papel de víctima cuando le responden, provocando estos pleitos que los ciudadanos identificados con uno u otro bando ideológico, amanezcan al día siguiente peleando en defensa de Chavez o de la Oposición, ¡ya basta! .
 Ese modelo presidencialista de creerse bravucón y buscador de pleitos donde no los hay, genera un efecto cascada, donde el modelaje social cual efecto espejo, hace que los ciudadanos se copien esos anti valores y los lleven a la realidad cotidiana, y cosas tan simples como equivocarse un mesonero en la copia de un pedido, o equivocarse un chofer en la entrega del vuelto, da origen a una descortés respuesta, y en algunos casos, degenera en un desafío a resolver esa insignificancia con el código de la pelea a puños o a botellazos….. ¡o a balazos!.
 Ya basta de un modelo pseudosocialista de modelaje social de confrontaciones hacia adentro (venezolanos) y hacia afuera (comunidad internacional), y rechazamos como normas de interrelación personal el insulto, la amenaza, la descalificación, las acusaciones sin pruebas, el aplastamiento público a todo ente (natural o jurídico) que esté en desacuerdo con un régimen que le pica la crítica (de opositores) y la autocrítica (de sus seguidores que tengan valor para hacerlo). Ni se construye un país de avanzada ni se hace una mejor sociedad, en un clima de pleitos permanentes.
 Siempre han existido personas con respuestas y actitudes desproporcionadas al código del decente vivir. Pero en la última década, esto se ha convertido en un código muy común, del que no están exentos ni los círculos profesionales, donde gentes tituladas de universidades nacionales causan deshonra a su formación académica, al acoger la expresión de sus emociones con gestos y palabras que no serían de la aprobación de sus letrados profesores.
 Si creen que exagero, pues sólo basta ver el verbo ofensivo, y muchísimas veces de alta carga despectiva, con el que se expresan personas que ocupan funciones importantes en cargos públicos, y que ostentan títulos profesionales. Nunca debemos olvidar, que cuando se egresan profesionales de nuestras universidades, es para dar a la sociedad hombres y mujeres que sean ejemplos de cortesia y cultura, y la vulgaridad debe ser ajena a su actuar.
 Retomando la idea de la introducción, extraño ese verbo discursivo de alta construcción semántica que imperaba en la mayoría de los congresistas de las décadas de 1970 y 1980, el cual ha sido sustituído por el manejo indiscriminado de un coloquialismo tosco y un lenguaje mal hablado y agresivo.
 En la actualidad da temor hacer algún reclamo de tus derechos, que puede terminar en una agresión física. Cito como ejemplo ciudadanos que han sido agredidos (y algunos han sido víctimas de balazos) por causa de reclamar que un auto obstaculiza su estacionamiento, o algo más fútil aún es el caso de personas agredidas por negarse a ofrecer una cerveza a otro. Mucha gente recuerda que antaño una diferencia de opiniones se podía resolver a golpes, pero hoy en día no sabes si tu ofensor te va a sacar una botella o un revólver, y esto hace que mucha gente sienta temor en hacer justos reclamos. No olvidemos que el recurso de un arma para resolver diferencias, lo único que puede dar por resultados son las tragedias y la cárcel.
 Un caso común y de siempre en Venezuela es el de vecinos desconsiderados que colocan sus equipos de música a alto volumen. Antes se podía reclamar decentemente, pero hoy día si vas a reclamar puedes ser víctima de cualquier reacción de desproporcionada violencia.
 Creo que la violencia verbal y física son ajenas al buen vivir, y que es importante rescatar la convivencia social basada en el respeto y la tolerancia, y donde las ideas políticas o religiosas o ideológicas o deportivas, del otro, no sean causa de una innecesaria disputa sazonada con coloquialismos indecentes.

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