La otra vez, andando de pasajero en un autobús público, me ví en una cotidiana tranca de vehículos motivado a fallas de semáforo. Y lo sucedido me inspiró en este post. Porque sucede que los choferes se empezaron a insultar entre sí, compitiendo por quién emitía el improperio más vulgar y más obceno. Ni hablar de las acciones intimidantes contra los otros vehículos, acechándolos con acercamientos provocativos de sus vehículos, y creando así una muy potencial situación de choque. Luego vino la razón de este post, cuando alguien dijo: “es que en Maracaibo se maneja así”. Y definitivamente, esto tiene que cambiar porque nos afecta como ciudadanos y nos afecta la imagen que transmitimos a todo turista nacional o extranjero.
No crean que es una exageración. Porque en otra ocasión, andaba con una amiga y me llamó la atención su forma agresiva de manejar. Le jugué una broma diciéndole que con sus maniobras frente al volante, provocaría que más de uno le iba a gritar: “mujer tenías que ser”. Pero su respuesta tajante fue: “es que en Maracaibo se maneja así”, de manera, que sus acciones frente al volante, más que maniobras feministas retadoras a los otros choferes, era el resultado de acciones defensivas al manejo violento y abusivo de los otros. A esta situación tenemos que decirle: ¡Basta!.
Hay que crear cultura ciudadana, la cual comienza con la implantación del valor social privilegiado de cualquier grupo de interacción social, y me refiero al respeto. Y es que Maracaibo es una Ciudad muy bella, próspera, rica en tradiciones y costumbres, y es además un excelente destino turístico, por tal razón nuestro amor y respeto por nuestra Ciudad comienza con el Respeto mútuo entre ciudadanos.
Al hablar de respeto, me refiero no sólo al respeto que exigimos a los demás, sino también al respeto que los demás exigen de nosotros. Porque justificamos nuestro irrespeto, en el irrespeto ajeno, y esto es tan incivilizado, como el querer justificar la violencia porque los demás también son violentos; en condiciones así: ¿a dónde puede llegar una sociedad?. Así como no podemos matarnos unos a otros por incivilizado, no podemos tampoco irrespetarnos unos a otros, porque esto también es incivilizado.
Hay quienes justifican la conducta agresiva de los choferes de Maracaibo en el efecto del calor sobre su ánimo. Pero sucede que esa es la forma de manejar en cualquier sitio. Una vez un chofer provocó un choque en cierta ciudad de EEUU al irrespetar las luces del semáforo, y al identificarse como venezolano, hubo alguien que dijo: “segurito que ese viene de Maracaibo”, jajaja, sólo puedo decir: ¡increíble!, ¡No puede ser!, o quizás cualquier otra exclamación que denote el asombro y tristeza de lo que nuestra forma de actuar ha provocado. Definitivamente es indignante pero es la consecuencia de un comportamiento generalizado de muchos choferes de Maracaibo (porque no todos manejan así).
No se pretende crear con esta publicación un estereotipo discriminatorio hacia los oriundos de Maracaibo, porque yo soy de Maracaibo (y porque lamentablemente ya rueda en muchas bocas esa mala fama de nuestros choferes). Pero es que me causa enojo ver cómo por nuestra misma manera de actuar, se nos rechaza en algunas ciudades de Venezuela, e incluso en el Exterior (porque el ejemplo anterior de EEUU es verídico). Y, como esa es una realidad que la han vivido los maracuchos que viajan al interior de Venezuela, es hora de motorizar un cambio impostergable y urgente en nuestros coterráneos, es decir, es hora de crear sujetos con mentalidad ciudadana.
El cambio nunca sucederá sólo. Es necesario revolucionar las condiciones indeseables que requieren el cambio. Esa revolución comienza, como otra cualquiera, con un cambio en la manera de pensar, que impulse a un cambio de conducta apoyado en Educación ciudadana y Leyes sancionatorias de los sujetos que quieran seguir infringiendo el derecho ajeno al respeto y a la paz colectiva, que se violenta con conductas anti-cívicas.
Hay que cambiar esa repelente costumbre de estacionarse donde le da la gana al conductor, que irrespeta aceras peatonales o estacionamientos privados. O la costumbre de gritar lo más indecente del lenguaje obceno por cualquier situación propia del tráfico, bien sea por andar excedido en copas de bebidas alcohólicas o incluso aún estando plenamente lúcido. Incluso ya ni siquiera se disminuye la velocidad para dar paso a damas o personas de la tercera edad. Todas estas, y otras más que alargarían esta indeseable lista, son las conductas que es necesario erradicar, porque son de personas incivilizadas, incultas, indecentes, etc. ¡Cuántos choques ridículos que se hubieran podido evitar si hubiera prevalecido el sentimiento ciudadano!.
Muchos maracuchos han perdido la vergüenza de que se les reconozca como sujetos agresivos al volante. Y esa es una de las razones de este post: generar vergüenza en las autoridades civiles, para que rescaten el respeto ciudadano y así rescatar la vergüenza de infringir las Leyes. Porque letreros pegados en los vidrios de los vehículos con la leyenda “Este es un infractor de tránsito”, además de la multa que se corresponde con esa desviación ciudadana, también será el centro de miradas que le generará a posteriori cierto nivel de vergüenza por el rechazo social que originan esas aleccionadoras leyendas. Lo digo porque cuando cierran una empresa con el cartel “Esta empresa no paga impuestos” es bochornoso para sus dueños por el efecto negativo ante la opinión pública, y la consecuencia lógica será que esa empresa en el futuro se cuidará de cometer nuevos ilícitos fiscales para evitar la vergüenza comercial: apliquen un ejercicio de comparación de resultados y verán la moraleja.
No crean que es una exageración. Porque en otra ocasión, andaba con una amiga y me llamó la atención su forma agresiva de manejar. Le jugué una broma diciéndole que con sus maniobras frente al volante, provocaría que más de uno le iba a gritar: “mujer tenías que ser”. Pero su respuesta tajante fue: “es que en Maracaibo se maneja así”, de manera, que sus acciones frente al volante, más que maniobras feministas retadoras a los otros choferes, era el resultado de acciones defensivas al manejo violento y abusivo de los otros. A esta situación tenemos que decirle: ¡Basta!.
Hay que crear cultura ciudadana, la cual comienza con la implantación del valor social privilegiado de cualquier grupo de interacción social, y me refiero al respeto. Y es que Maracaibo es una Ciudad muy bella, próspera, rica en tradiciones y costumbres, y es además un excelente destino turístico, por tal razón nuestro amor y respeto por nuestra Ciudad comienza con el Respeto mútuo entre ciudadanos.
Al hablar de respeto, me refiero no sólo al respeto que exigimos a los demás, sino también al respeto que los demás exigen de nosotros. Porque justificamos nuestro irrespeto, en el irrespeto ajeno, y esto es tan incivilizado, como el querer justificar la violencia porque los demás también son violentos; en condiciones así: ¿a dónde puede llegar una sociedad?. Así como no podemos matarnos unos a otros por incivilizado, no podemos tampoco irrespetarnos unos a otros, porque esto también es incivilizado.
Hay quienes justifican la conducta agresiva de los choferes de Maracaibo en el efecto del calor sobre su ánimo. Pero sucede que esa es la forma de manejar en cualquier sitio. Una vez un chofer provocó un choque en cierta ciudad de EEUU al irrespetar las luces del semáforo, y al identificarse como venezolano, hubo alguien que dijo: “segurito que ese viene de Maracaibo”, jajaja, sólo puedo decir: ¡increíble!, ¡No puede ser!, o quizás cualquier otra exclamación que denote el asombro y tristeza de lo que nuestra forma de actuar ha provocado. Definitivamente es indignante pero es la consecuencia de un comportamiento generalizado de muchos choferes de Maracaibo (porque no todos manejan así).
No se pretende crear con esta publicación un estereotipo discriminatorio hacia los oriundos de Maracaibo, porque yo soy de Maracaibo (y porque lamentablemente ya rueda en muchas bocas esa mala fama de nuestros choferes). Pero es que me causa enojo ver cómo por nuestra misma manera de actuar, se nos rechaza en algunas ciudades de Venezuela, e incluso en el Exterior (porque el ejemplo anterior de EEUU es verídico). Y, como esa es una realidad que la han vivido los maracuchos que viajan al interior de Venezuela, es hora de motorizar un cambio impostergable y urgente en nuestros coterráneos, es decir, es hora de crear sujetos con mentalidad ciudadana.
El cambio nunca sucederá sólo. Es necesario revolucionar las condiciones indeseables que requieren el cambio. Esa revolución comienza, como otra cualquiera, con un cambio en la manera de pensar, que impulse a un cambio de conducta apoyado en Educación ciudadana y Leyes sancionatorias de los sujetos que quieran seguir infringiendo el derecho ajeno al respeto y a la paz colectiva, que se violenta con conductas anti-cívicas.
Hay que cambiar esa repelente costumbre de estacionarse donde le da la gana al conductor, que irrespeta aceras peatonales o estacionamientos privados. O la costumbre de gritar lo más indecente del lenguaje obceno por cualquier situación propia del tráfico, bien sea por andar excedido en copas de bebidas alcohólicas o incluso aún estando plenamente lúcido. Incluso ya ni siquiera se disminuye la velocidad para dar paso a damas o personas de la tercera edad. Todas estas, y otras más que alargarían esta indeseable lista, son las conductas que es necesario erradicar, porque son de personas incivilizadas, incultas, indecentes, etc. ¡Cuántos choques ridículos que se hubieran podido evitar si hubiera prevalecido el sentimiento ciudadano!.
Muchos maracuchos han perdido la vergüenza de que se les reconozca como sujetos agresivos al volante. Y esa es una de las razones de este post: generar vergüenza en las autoridades civiles, para que rescaten el respeto ciudadano y así rescatar la vergüenza de infringir las Leyes. Porque letreros pegados en los vidrios de los vehículos con la leyenda “Este es un infractor de tránsito”, además de la multa que se corresponde con esa desviación ciudadana, también será el centro de miradas que le generará a posteriori cierto nivel de vergüenza por el rechazo social que originan esas aleccionadoras leyendas. Lo digo porque cuando cierran una empresa con el cartel “Esta empresa no paga impuestos” es bochornoso para sus dueños por el efecto negativo ante la opinión pública, y la consecuencia lógica será que esa empresa en el futuro se cuidará de cometer nuevos ilícitos fiscales para evitar la vergüenza comercial: apliquen un ejercicio de comparación de resultados y verán la moraleja.
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