Al reflexionar en la trilladísima frase "el hombre es un animal de costumbres" aplicada a la época de navidad, pienso en todo aquello que ya es no sólo costumbre, sino incluso que es parte de la cultura navideña, me refiero a la ambientación de la navidad con arbolitos de navidad, luces de colores prende y apaga, gente disfrazada de San Nicolás, pesebres, y los ya tradicionales regalos. De hecho, creo que sin temor a equivocarme que el regalo de navidad, es lo que inspira más a los niños al llegar dicha fecha. Hablemos algo de este simpático tema.
El 1er. elemento que está tras la costumbre del tradicional regalo navideño son los niños. Ellos incluso se dedican con esmero especial en sus calificaciones "precisamente los meses previos a navidad" para hacerse merecedores del regalo que piden a sus papás.
Sin embargo, hay hogares donde la mala situación económica genera la emoción contraria. Es decir, quisieran los padres desempleados que dicha época no llegara, por la angustia de no poder dar la alegría del regalo a sus hijos. Como ésta es la realidad cotidiana, porque son muchos los hogares que viven ese trance, pues lo traigo como reflexión a este blog para que pensemos que estamos practicando un mejor vivir cuando miramos hacia los lados, y vemos a algún familiar en aprietos para regalar a sus hijos, y les damos algún tipo de apoyo, que pudiera ser prestarles el dinero, o cualquier otra solución o aporte que la creatividad y la generosidad coloque en sus corazones. En lo personal, yo recibí dicho auxilio de mis dos hermanos y de mi mamá cuando estuve en limitación económica para regalar a mis dos hijos en navidad.
Tras la costumbre de dar y recibir un regalo, hay también prácticas que denotan buena educación o ausencia de la misma, y en esta época de tanta informalidad se hace conveniente hacer algunos comentarios al respecto.
Ciertamente, es muy desagradable la actitud desconsiderada y desagradecida del hijo que recibe un regalo que no le gusta, y reprueba a su padre con actitud grosera y altanera. Un regalo es una satisfacción muy grande, muy especial, para quien lo dá, quien lo hace con toda la mejor intención, y al ser víctima de esas actitudes desconsideradas, se siente no sólo defraudado sino desmotivado a volver a dar algún regalo en el futuro a alguien con esas actitudes. Esta actitud se ve no sólo en los hogares, sino también en las empresas.
Continuando la idea anterior, en las empresas se practica con frecuencia el intercambio de regalos, y en algunas lo hacen a través de un juego llamado "el amigo secreto", que consiste en repartir papeles con los nombres de todos los empleados, sortearlos, y un mes antes se dedican regalos secretos. Pues bien, llegado el día fijado para el intercambio de regalos, ocurre lo expuesto en el párrafo anterior, donde no falta el mal educado que expresa su descontento por el regalo recibido, ignorando que quien se lo obsequió no tiene una bola mágica que le adivine cuáles son sus gustos. No menos desagradable, es la pésima costumbre de algunos, de regar el comentario ácido por un regalo que no le gustó, desacreditando a quien le dió el regalo. Por este motivo, muchas personas no muestran la disposición de participar en el intercambio de regalos, para no ser víctimas de groseros desplantes.
Un regalo es un halago para la persona que lo va a recibir. Muchas veces es producto de una indagación con otras personas para determinar qué es lo que más le gusta. Lo más educado es mostrar agradecimiento por el gesto, ya que si gusta o no gusta es realmente secundario, porque lo importante es el gesto de quien dá el regalo.
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