¿Evolución o involución de los valores?.

¡Que recuerdos tan sublimes me vienen al evocar mi época de estudiante universitario!. Compartiendo desde opiniones, dudas de clases, sonrisas, apuntes de clases, el cafecito del cafetín universitario, por todas estas vivencias llegué a entender la repetida expresión: "el hombre es un ser eminentemente social", es decir de cuánto requerimos de la interacción con otros, y de que la soledad no es la mejor compañía. Pero, esa naturaleza social del hombre, lo hace comprometerse al contrato social implícitamente necesario de valores y comportamientos que rigen el trato hacia terceras personas, que no siempre es respetado por todos. Cuánta utilidad aporta el hacer algunas reflexiones sobre lo mal que se ve no honrar los valores sociales que todos merecemos, y es lo que pretendo en los planteamientos subsiguientes.
Todos tenemos el derecho a ser respetados, y el deber de respetar a otros. Se establecen patrones implícitos para desenvolvernos en esa visión social. Pero, por razones no tan claras, la falta de respeto es lo que se impone.
El respeto es un protocolo aceptado en el ejercicio de ciertas conductas. El saludo diario, el conocido ¡buenos días!, es parte de ese protocolo, pero se ha perdido. Si es que se saludan, los jóvenes acuden al vocabulario obceno, o al empleo de frases anfibológicas vulgares de tipo sexual como mecanismo de salutación. Incluso, gestos vulgares, que lo ven tan normal, que ni la imagen de Jesús crucificado se salva de tanta irreverencia. Esa imagen anexa, muy jocosa e ingeniosa, habla del extravío de los valores espirituales, porque no es precisamente esa acción vulgar la que caracteriza la persona amorosa de Jesús. Con ese gesto, es con el que muchas personas expresan su salutación matutina.
La norma social que actualmente se impone, es competir por quién es más grosero, lo cual además de que no lo ven mal, lo ven como gracioso. Incluso, el más popular es el más grosero, tanto en el lenguaje hablado como en el lenguaje gesticulado. Y, quien se niega a identificarse con esos patrones, es tildado de viejo, de persona delicada, y ... hasta de gay!.

Lo normal actualmente es la burla hacia las otras personas, en el trabajo o en la familia. Y, como era de esperarse una burla obcena o vulgar. Una burla descalificatoria de la manera de vestir de los demás, o de la manera cómo se comporta.

Al momento de hacer algún reclamo, la moderación la botan al cesto de la basura. Lo norma es reclamar con gestos groseros, haciendo manoteos provocadores y sustituyendo el lenguaje conciliador por el sarcasmo provocador. Toda una escena que envuelve comportamientos histéricos, soberbios y que no es raro que terminen en violencia.

Algo tan notorio, son las miradas intimidantes al hacer reclamos, morbosas al contemplar una mujer o displicentes al mantener una conversación, si es que se dignan en mirar al interlocutor.

Al momento de conversar, es muy común las interrupciones mal educadas, o peor aún, dejan hablando sola a la persona. Veo con frecuencia un programa llamado "Caso Cerrado", donde la Dra. Ana María Polo resuelve litigios civiles, y me impresiona cómo los litigantes invitados al programa, además de que no dejan hablar al otro, se agreden mútuamente, siendo esto un pésimo mensaje, porque deja ver que la agresión al otro es algo normal, y que el derecho de palabra lo obtiene el más grosero. Me agradan mucho las decisiones de la Dra.Polo, pero su programa falla cuando permite tanto irrespeto en el sitio donde ella imparte justicia.

La voz moderada ya no se ve. El común es un hablar con un elevado timbre de voz, con histeria y con la infaltable burlita. Por supuesto, la carcajada inmoderada no podía faltar en las conversaciones cotidianas.

La lista es más larga aún. La detengo allí para no provocar hastío y hacer reflexiones. Porque no falta quien diga, que todo lo enunciado arriba, no es la práctica de un mal vivir, sino una forma más original y más libre de ver la vida. Pero, eso es incorrecto, porque todo en la vida tiene límites, y cuando se traspasan esos límites, se cae en la violencia, que no es por cierto la mejor manera de interrelacionarnos.

La violencia irrespetuosa como cánon social se observa en los Deportes, donde los jugadores ya no quieren resolver sus diferencias, sino por la vía de la violencia. Es que incluso, se ha perdido respeto a la autoridad del árbitro de un encuentro: y todo esto, no es sólo por la emoción del juego, sino por la instauración de comportamientos agresivos en nuestros patrones personales de desenvolvimiento.
Creo que la principal causa de estos comportamientos radica en un sistema educativo que ha perdido la visión de la formación de valores humanos en los individuos.
Una vez escuché: "los valores no se pierden, evolucionan". ¡Impresionante!, realmente admirable la justificación a toda esa lista de malas conductas. Pregunto: si vas por la calle y alguien le hace un gesto obceno a tu esposa, o le saluda con frases de doble sentido sexual, ¿lo aceptarías por la premisa de que han evolucionado los valores relativos al saludo?. Incluso, ¿aceptarías como saludo a tu esposa, que le agarren el trasero?. Por supuesto, como toda regla tiene su excepción, no falta el que me responda: ¿y cuál es el problema, viejo?, denotando esa respuesta la gravedad de que no se trata de evolución de valores, sino de involución de valores.

No se trata de extrapolar hasta el presente, las normas de convivencia del siglo XVIII, o más atrás aún. Lo que se trata de exponer, es que hay que rescatar el tipo de interacción que prioritariamente se guíe por el respeto al otro, debido a lo que el otro es y lo que vale como persona. No puede ser, que todo en esta sociedad tenga connotación sexual, que va desde un saludo, una mirada, una nota, es que parece que la mujer ya no es la mujer, sino una vagina ambulante, y, me imagino lo mal que se debe escuchar, pero es lo que da a entender tanto relajo sexual. Porque realmente me desagradaría ver que cualquiera, se tome la atribución de tocar partes íntimas de mi esposa o mi hija, simplemente porque es la "forma moderna de saludarse".

Cada quien toma el mensaje de este post como lo crea más conveniente. El que no está de acuerdo, está en su derecho, y es su derecho de vida verla y asumirla como le plazca. El que está de acuerdo, puede sumarse a todos los que pensamos que podemos rescatar el tipo de trato que exalte la belleza de las personas, que excede al valor sexual, porque radica en la misma alma.