Luego de la lluvia viene la calma, dice el refrán popular. Pero, luego de la lluvia, además de un hermoso arco iris, puedes apreciar insospechadas moralejas. Acá les dejo una que les agradará.
Se ha perdido el sentimiento de solidaridad. Ya no se ve el querer ayudar al prójimo de manera desinteresada. Esto es consecuencia de una sociedad cada vez más centrada en el disfrute del placer material, que anula cualquier perspectiva espiritual.
El caso que voy a anexar me ocurrió a mí. Cierta vez que amaneció con una fuerte lluvia, salí con toda mi mejor disposición de llegar al trabajo, y además mentalizado a llegar igual de temprano como es habitual en mí. Logré abordar el autobús, el cual iba con exceso de pasajeros. A duras penas, el autobús me dejó a unos metros de mi trabajo, debajo del puente de la autopista. Para que en mi trabajo supieran que iba en camino, pasé un mensaje de texto desde mi celular, ya que trabajo por guardias y quería hacerle saber al compañero que esperaba por mi, que estaba cerca pero el correr desbordado de aguas y la llovizna incesante me tenían frenado en el citado puente.
Cuál será el tamaño de mi sorpresa, cuando veo venir a un obrero de mantenimiento con un paraguas, para que yo pudiera llegar. El detalle era que como sólo hay un paraguas en el trabajo para auxiliar en casos así a nuestros clientes, significó que al regresar al trabajo dicho compañero se mojara, ya que como dije sólo hay un paraguas en mi trabajo.
Si esto les parece admirable, quiero agregar que dicha acción no le fue ordenada por ningún jefe. Se trató de una acción tomada por decisión personal y movido por el más puro sentimiento de solidaridad hacia un compañero.
La indolencia humana vino posteriormente, pues varios compañeros tomaron a burla dicha iniciativa solidaria, y más de uno lo tildó de bobo.
Se trata de un caso verídico, donde no se exageró ningún elemento de los expuestos. Yo le comenté a otro compañero de trabajo, quien también tiene un blogspot personal, que un incidente como ese no podía dejar de publicarlo en alguno de los blogs que escribo, dado que se trata de una acción que muestra lo extraordinariamente admirable que pueden ser las acciones de un ser humano, más aún, si son realizadas con total desinterés. Y, la razón de hacerlo es muy sencilla: la gente duda que cosas así se vean hoy día. La gente le cuesta creer que exista solidaridad desinteresada en los demás.
Quiero finalizar agregando que no es casual que a ese señor lo quiera todo el mundo. Si va a un sitio todos se alegran de verlo y lo abrazan. Todos los niños lo adoran; hasta los perros menean la colita cuando lo ven, porque es un hombre sumamente gentil hasta con los animales callejeros. La moraleja no podía ser más obvia: la solidaridad desinteresada genera el aprecio general en tu entorno inmediato.
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